Para la mayoría de nosotros, el nombre suena similar a esa tonalidad de color entre el amarillo y el marrón de la que tanto abusan los catálogos de decoración. Sin embargo, los verdaderos comidistas saben que cuando se habla de ocra se está hablando de una planta comestible.
A pesar del nombre exótico, no hay que dejarse amedrentar, porque cocinar la okra —se puede escribir tanto con "c" como con "k"— es mucho más fácil de lo que pensáis. Si bien desde hace ya algunos años es posible encontrarla en los menús de los restaurantes, aún no ha entrado en la cocina cotidiana. Y aunque difícilmente se convierta en el próximo ingrediente de moda, ¿por qué no descubrirlo mejor?
Veamos de qué se trata y, sobre todo, cómo se cocina la okra, con algunas ideas de recetas fáciles de replicar en casa. ¿Habéis visto lo fotogénica que es?
Qué es la okra
De origen africano, la ocra tiende a crecer en climas tropicales y subtropicales, pero su cultivo se está extendiendo cada vez en Europa, en países como Italia (donde la región de Sicilia es la que más la produce).

Los frutos del gombo —otro de los nombres con los que se conoce— se utilizan en muchas cocinas en todo el mundo: desde la cocina india hasta la brasileña, pasando por la turca y la del este de Europa e incluso por la del sur de Estados Unidos, donde fue llevada por los esclavos africanos. Esto explica por qué la okra no se conoció hasta hace poco, ya que se consideraba alimento de pobres.
Por qué comer okra
La okra tiene excelentes propiedades nutricionales: contiene pocas calorías (aproximadamente 33 cada 100 gramos), muchísimas vitaminas, ácido fólico y otro tanto de fibra alimentaria.

Imagen One Green Planet
Si no os parecen motivos suficientes para aprender a cocinar la okra, que se presenta en vainas verdes similares al pimiento picante, tenéis que saber que también ayuda a regular los niveles de azúcar (gracias a la presencia de una sustancia llamada mucílago) y colesterol y a desinflamar el intestino. Rica en agua y bacterias probióticas, ayuda a contrarrestar el estreñimiento y la inflamación.
Cómo cocinar la okra
Vayamos al grano: cómo se cocina la okra.
Antes de nada, hay que cortarle la punta. Si tuviera pelusa (algo que no siempre sucede), será necesario lavarla y secarla frotando con atención. Para evitar que se vuelva demasiado viscosa durante la cocción, es mejor dejarla en remojo en agua y vinagre.

Una vez limpia, las posibilidades para cocinarla son muchísimas. Puede agregarse en estofados, por ejemplo, los varios que ofrece la tradición creola: el gumbo es uno de ellos y, si queréis probarlo, podéis encontrar la receta aquí. Atención: si se realizan cocciones lentas es mejor dejarla entera, porque de lo contrario se corre el riesgo de que la preparación se vuelva demasiado viscosa.
Entera se puede rellenar y gratinar en el horno, o bien pasarse por masa (mejor con harina de maíz) para luego freírse.

Imagen Indiaphile
Cortada en láminas puede cocinarse a la plancha, a la parrilla o al vapor. El tiempo de cocción es breve —no más de entre 5 y 10 minutos— y, con su sabor delicado, se presta a preparaciones picantes y especiadas: agregad sin miedo ajo y cebolla, curry y pimiento picante.
¿Una última sugerencia? SI queréis sorprender a vuestros invitados, nada como un sofisticado risotto de okra.