La polenta es un plato tradicional italiano elaborado con harina hervida, cuyo origen se remonta a la Grecia Clásica y al Imperio Romano, donde se asentó como un plato muy popular y, al ser muy nutritivo, se convirtió en el más consumido por las legiones romanas. Entonces se conocía con el nombre “pullmentum” y, después, “pullenta”, ya que se elaboraba con harina de trigo, y la flor de harina de trigo se llamaba justamente “pullen”.
Después del descubrimiento de América y de la importación por parte de los europeos de algunos alimentos hasta entonces desconocidos, como el maíz, se abandonó el trigo para utilizar este cereal, mucho más maleable, en la elaboración de la polenta. La planta del maíz empezó a cultivarse en Italia, así como en otras regiones europeas, donde se adaptó muy bien al suelo europeo. Así, el maíz se convirtió en un ingrediente muy común en los productos de panadería, repostería y cocina.
Tipos de polenta
La polenta de maíz sigue siendo, hoy en día, la más consumida, pero existen otras variantes que se preparan en Italia con otros ingredientes:
- polenta amarilla, hecha a base de sémola de maíz;
- polenta blanca, que se elabora con otras harinas, como la de castaña o con una variedad muy específica de maíz;
- polenta oscura, elaborada con alforfón o trigo sarraceno, solo o mezclado con maíz, que le otorga su característico color oscuro.
¿Polenta, harina de maíz, sémola, maicena o chuchoca?
Si bien muchas veces parece que se habla de lo mismo, es preciso aclarar estos términos.
Cuando hablamos de harina de maíz, nos referimos a la harina que se obtiene de la molienda fina del grano de maíz seco. La maicena, por su parte, es el almidón de maíz, es decir, lo que queda del grano después de quitarle el germen y el salvado del grano de maíz, y se usa en recetas como la bechamel o para espesar preparaciones.
La sémola es el resultado de la molienda gruesa de cualquier cereal, que, si se siguiera moliendo, daría como resultado una harina.
La polenta, como ya hemos dicho al principio, es en realidad un plato, que se preparaba en Italia mucho antes de que el maíz llegara a Europa. Los productos envasados que actualmente encontramos en el mercado etiquetados como “polenta” y en realidad contienen una harina de maíz que es apta, por su tipo de molienda, para la preparación de la polenta. Si el grano es aún más grueso y de maíz tierno, se denomina chuchoca.
Usos de la polenta
A pesar de su gran sencillez, la polenta puede dar mucho de sí, ya que se puede usar para hacer multitud de elaboraciones en la cocina. Puede comerse sola o se puede utilizar para acompañar cualquier tipo de plato, ya que combina a la perfección con muchísimos ingredientes. Vamos a ver algunas de las formas más comunes de preparar polenta:
Polenta frita
Una de las formas más populares y deliciosas de cocinar polenta es sin duda hacerla frita, lo que da como resultado una textura crujiente por fuera y cremosa por dentro.
Como guarnición
El uso más tradicional que se le da a la polenta es como acompañamiento de platos de carne o pescado, de modo análogo al puré de patatas, ya que es rápida de hacer, económica y nutritiva. Una buena opción es mezclarla con el queso y condimentar con aceite de oliva o toda clase de especias.
Para crear bases
Una opción muy saludable y original es utilizar la polenta para crear bases para pizza o láminas de pasta para hacer lasaña. Se trata de una alternativa muy original a la clásica pizza o lasaña y el resultado es igual de rico y sabroso.
Para hacer postres
Pocos saben que la polenta se puede usar para hacer postres, como bizcochos, flanes, tartas y mucho más.
Beneficios de la polenta
Entre los principales beneficios de la polenta destacan los siguientes:
- Es fuente de vitaminas y minerales, sobre todo la vitamina A, necesaria para el buen funcionamiento de los pulmones, riñones y corazón; vitaminas del grupo B, esenciales para las reacciones mediante las cuales se obtiene energía, y minerales como hierro, zinc, magnesio o potasio.
- Es fuente de antioxidantes, como los carotenoides y compuestos fenólicos, que protegen las células de los daños provocados por el estrés oxidativo.
- Es fuente de energía, da sensación de saciedad y no tiene gluten. El maíz utilizado para elaborar la polenta es rico en almidón y carbohidratos complejos, principalmente amilosa y amilopectina, que se digieren lentamente, nos proporcionan energía a largo plazo y hacen que nos sintamos saciados más tiempo. Por lo tanto, es un excelente sustituto de la pasta y, al no tener gluten, es apta para celíacos.
- No aumenta los niveles de azúcar en sangre, es decir, su índice glucémico es bajo, gracias a sus carbohidratos de asimilación lenta.
- Es rica en fibra, por lo que favorece la digestión.
- Fortalece los huesos, por su contenido en magnesio, manganeso y calcio, nutrientes necesarios para el buen estado de nuestros huesos y dientes.
- Es baja en calorías, por lo que es un alimento adecuado para las dietas de adelgazamiento.
Información nutricional de la polenta
Una porción de 100 gramos contiene 343 kcal, 8 gramos de proteínas, 3 gramos de grasas totales, 66 gramos de carbohidratos, 9 gramos de fibra, 0 azúcares y 0 sodio.
Cómo cocinar polenta
Es muy fácil cocinar polenta, solo debes cocer la sémola en agua y añadir sal. Dependiendo de la variedad de maíz, el tiempo de cocción puede ir de los 30 minutos hasta una hora. Además, la proporción de sémola y agua dependerá de nuestros gustos personales y de cómo vamos a servirla, ya que según el uso que le vamos a dar, necesitaremos que sea más o menos espesa. La mejor manera de cocinarla será, entonces, empezar por las medidas estándares y, de allí, ir haciendo ajustes.
Podemos empezar calculando 500 g de sémola para seis personas, con 1,5 litros de agua. Si queremos que sea más cremosa, podemos cocerla durante menos tiempo o añadir más agua.
Pondremos el agua en una olla y cuando empiece a hervir, echaremos sal y la sémola poco a poco, removiendo suavemente. Bajaremos el fuego e iremos removiendo hasta conseguir la textura deseada, teniendo en cuenta que necesitaremos como mínimo 30-45 minutos para que adquiera una textura cremosa y que una vez que la saquemos, al enfriarse se espesará.
Recetas con polenta
Bruschetta de polenta
Ingredientes
1 taza de polenta rápida (harina de maíz); 3 tazas de agua o leche; perejil picado y ají molido; rúcula y queso parmesano, al gusto.
Preparación
Hacer la polenta, procurando que quede bastante espesa. Una vez lista, agregar el perejil y el ají molido, mezclar y volcar la mezcla en un molde forrado con papel aluminio. Dejar enfriar y cuando esté bien fría, retirar y cortar en rodajas. Dorar las rodajas en una sartén o plancha caliente con aceite de oliva y servir con rúcula y parmesano.
Pizza de polenta con verduras
Ingredientes
2 tazas de polenta cocida, 1 berenjena, 1 calabacín, 1 cebolla, 1 zanahoria; 200 gramos de queso mozzarella; sal y especias al gusto.
Preparación
Hacer la polenta y agregar sal, pimienta y las especias que prefieras (como orégano, curry, cúrcuma o romero). Expandir la mezcla en una placa y hornear a 180°, para que adquiera más consistencia. Mientras tanto, cortar en juliana las verduras y saltearlas en un wok con un poco de aceite de oliva. Una vez lista la base de polenta, agregar la mozzarella y las verduras y volver a hornear durante máximo diez minutos. Antes de servir, agregar hojas de albahaca y aceite de oliva.
Ñoquis de polenta al horno
Ingredientes
300 g de harina de maíz, 500 cl de agua, 150 g de mantequilla, 50 g de queso rallado, 1 cebolla, 5 lonjas de panceta ahumada, 2 cucharadas de aceite de oliva, sal y pimienta al gusto
Preparación
Hacer la polenta, salpimentar y agregar la mantequilla. Dejar entibiar y formar los ñoquis con dos cucharas humedecidas, dándoles, luego, la forma tradicional. Colocar los ñoquis en capas en una fuente untada con mantequilla e ir colocando la mantequilla entre las capas para que no se peguen entre ellos. En último, espolvorear el queso rallado por encima. Precalentar el horno a temperatura alta (unos 200º). Cortar la cebolla en aros y la panceta en tiras. Dorar ambos ingredientes en una sartén con aceite de oliva y. cuando estén listos, distribuir sobre los ñoquis. Colocar la fuente en el horno y hornear durante unos 10 minutos. Retirar y servir. Si queréis, podéis reemplazar la panceta por jamón cocido.
Bombas de polenta
Ingredientes
Polenta sobrante, 200 g de queso fresco, 1 taza de harina, aceite para freír
Preparación
Esta receta es ideal para aprovechar las sobras de polenta, no obstante, si no se dispone de polenta sobrante, se puede preparar polenta instantánea y una vez que esté fría, hacer las bolas, colocando queso fresco en el centro. Puedes freírlas en abundante aceite caliente o hornearlas durante 20 minutos, tras colocarlas en una placa rociada con aceite.
Polenta con espinacas y huevo poché
Ingredientes
100 g de polenta instantánea, 200 cl de leche, 200 cl de caldo de verduras o agua, 150 g de espinacas, 1 huevo poché, 50 g de queso brie, sal y pimienta al gusto
Preparación
Poner en una olla la leche y el caldo y cuando hiervan agregar la polenta e ir removiendo. Agregar las espinacas hasta que se forme la polenta, que debe quedar cremosa. Servir en un plato hondo y, en el medio, colocar el huevo poché (o pasado por agua) y el queso brie.