No es tan fácil asignar un alimento a una categoría u otra y a veces el riesgo de confusión es total. Es el caso del tomate: ¿es una fruta o una hortaliza? Pues, quizás dependa de a quién preguntes.
¿Quién y cuando descubrió el tomate?
Antes de adentrarnos en la discusión, veamos un poco su historia. Si bien es difícil encontrar datos concretos, se dice que el tomate se domesticó en México, donde los aztecas lo llamaban “xïtomatl”, que en náhuatl significa “fruto con ombligo”. Fue a partir de esa palabra que los españoles lo llamaron “tomate” cuando lo conocieron después de desembarcar en el continente americano en el siglo XV.
Esta fruta (¿o verdura?) llegó primero a España, junto con otros ingredientes como el maíz, la patata, el chile y la batata, y alrededor de 1544 desembarcó también en Italia, donde el herborista italiano Mattioli habló por primera vez de los frutos amarillos de la planta del tomate dándoles el nombre de “mala aurea” (manzana de oro). Nombres como “pomme d’amour” en francés y “love apple” en inglés, en cambio, parecen estar relacionados con la descripción que hizo el herborista holandés Dodoens sobre este fruto, que pasó a ser conocido por sus propiedades afrodisíacas.
Si bien al principio se pensaba que podía ser un fruto venenoso y, por lo tanto, se limitaba a un uso ornamental, pronto pasó a ser utilizado como ingrediente medicinal y, luego, como ingrediente culinario. La primera receta que lo incluye, una salsa, data de 1962.
En cuanto al sempiterno debate sobre si este alimento es fruta u hortaliza, el punto de inflexión llegó en el siglo XIX, cuando llegó a alcanzar la Corte Suprema de los Estados Unidos, después de que una ley estableciera el pago de impuestos para las hortalizas importadas, pero no para las frutas. Los importadores intentaron por todos los medios demostrar que el tomate es una fruta, pero la Corte Suprema falló en 1893 que es un vegetal y que, por tanto, no podían librarse de los impuestos. A partir de ese momento, la confusión se hizo aún mayor, hasta llegar a nuestros días.
Cuál es la diferencia entre una fruta y una verdura
Para salir de este impasse, habrá que empezar por las definiciones básicas y generalmente aceptadas de fruta y verdura:
- Por un lado, el Código Alimentario Español define la fruta como “la semilla o partes carnosas de órganos florales que hayan alcanzado el grado de madurez y sean adecuadas para el consumo humano”. Se considera fruta, por lo tanto, la parte comestible del fruto de cualquier planta o, dicho de otro modo, si contiene la pulpa y semillas de la planta y es comestible, es fruta.
- Por otro lado, se considera verdura toda parte comestible de una planta, con la exclusión del fruto; este término es aplicable, por tanto, a aquellas plantas de las que consumimos las hojas, tallos, raíces, flores, bulbos o tubérculos, lo que viene a ser un sinónimo de “hortaliza”. En aras de una mayor claridad, la Real Academia Española define “verdura” como "una hortaliza, especialmente de hoja verde", y “hortaliza” como “una planta comestible que se cultiva en las huertas”. Sin embargo, aunque el término verdura hace referencia a la parte verde de las hortalizas, el uso popular ha extendido su significado a otras partes comestibles de la planta.
Tanto “fruta” como “verdura”, entonces, son términos más “populares” que “científicos”, y si nos fijamos en ello, hay muchos productos de la huerta que, a pesar de considerarse como verduras, en realidad son frutas, en un sentido estrictamente “botánico”.
El hecho de que el tomate pertenezca a la familia de las solanáceas, al igual que los pimientos, las berenjenas y las patatas, puede hacer inclinar la balanza hacia el grupo de las verduras, pero veamos la cuestión en más de detalle.
¿Puede el tomate ser ambas cosas?
Desde el punto de vista botánico, el tomate es un fruto, ya que es la parte de la planta que se desarrolla a partir de una flor polinizada y que contiene las semillas; históricamente y desde el punto de visto culinario, es una hortaliza, ya que se trata de una planta comestible que se cultiva en un huerto. El tomate, por tanto, puede ser ambas cosas, dependerá de si estás hablando con un botánico o un chef.
A este respecto, el Consejo Europeo de Información sobre la Alimentación (EUFIC) afirma que, “técnicamente”, los tomates pueden ser frutas o verduras, dependiendo de si usamos la definición botánica o la definición culinaria. El EUFIC aclara que, mientras la clasificación botánica se basa en las características fisiológicas de la planta, es decir, su “estructura, función y organización”, la clasificación culinaria se basa, en cambio, “en la forma en la que se usan las plantas y sus perfiles de sabor”.
Atendiendo a la clasificación culinaria, las verduras se caracterizan por tener un sabor más blando y una consistencia más dura, y, además, en la mayoría de los casos requieren ser cocinadas. Las frutas, por otro lado, suelen ser suaves, dulces y agrias y, casi siempre, se comen crudas y en postres. A raíz de ello, y aunque los tomates sean dulces y puedan consumirse crudos, es mucho más habitual emplearlos en platos salados, cosa que nos lleva a clasificarlos como verduras.
¡Los tomates son tanto frutas como verduras!
Para concluir, los tomates son tanto frutas como verduras, según como se mire, pero lo que es incuestionable es que son un producto absolutamente imprescindible en nuestra alimentación diaria, tanto por sus propiedades nutritivas como por su sabor y versatilidad.
El tomate es sin duda un alimento estrella de la dieta mediterránea, ya que es muy rico en vitaminas, minerales y fibra, es fácil de combinar y versátil como pocos. Nos sirve para preparar salsas y ensaladas o como protagonista de un sinfín de platos muy variados.
Un plato emblemático a este respecto, y verdadero pilar de la dieta mediterránea, es la clásica ensalada griega, cuya complejidad de sabor e intensidad de color serían imposibles de lograr sin los tomates. Sigue la receta de la ensalada griega original para obtener una perfecta mezcla donde el tomate comparte protagonismo con otros deliciosos ingredientes de la cocina mediterránea.
De Grecia vamos a Italia, para preparar un plato típico de la Toscana: la panzanella. Se trata de una receta de origen humilde, que se inventó para aprovechar el pan duro y las verduras de la huerta. Aquí los tomates pueden realmente lucirse, al empapar el pan duro con su jugo delicioso, dándole nueva vida. Descubre la receta original toscana de la panzanella y toma nota de los consejos y variaciones propuestas.
Si buscas algo más sofisticado, ficha esta receta de la chef Mengxin Zhou, la ganadora del premio S. Pellegrino a la Responsabilidad Social de la región Ibérica y Países del Mediterráneo. Se trata de una ensalada de tomate y trucha con todas sus partes que, además de ser fresca y saludable, es una excelente fuente de nutrientes. En este plato, la chef mezcla influencias de China y Cataluña y aprovecha al máximo el tomate y la trucha, incluyendo cabeza, piel, lomos y huevas, para no desperdiciar la comida.
Finalmente, un gran recurso en la cocina pueden ser los tomates secos, ya que pueden usarse de mil maneras. Aprende a rehidratarlos de la forma correcta y descubre trucos de chefs para hacer tomates secos en tu propia cocina gracias a estas 10 recetas y formas de usar tomates deshidratados.