Pequeñas y deliciosas, las grosellas son el fruto de una planta que pertenece a la familia botánica de las Grossulariaceae. Se presentan de un color intenso y translúcido, agrupadas en pequeños racimos. Las variedades de grosella más conocidas son:
- Grosella roja, Ribes rubrum
- Grosella negra, Ribes nigrum
- Grosella blanca, Ribes sativum
El grosellero es, por lo general, un arbusto muy rústico y resistente a los fríos invernales, pero no soporta bien el calor excesivo en los meses de verano. Por este motivo, lo habitual es que crezca en colinas y montañas, prefiriendo las áreas medianamente soleadas. El periodo más indicado para plantar un grosellero va de principios de otoño hasta el final del invierno. La maduración de las bayas tiene lugar en verano.
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Grosellas: propiedades
Veamos ahora las propiedades de las grosellas. Se trata de una fruta poco calórica: 100 gramos aportan unas 56 calorías, de las cuales:
- 88,6% carbohidratos
- 8,4% proteínas
- 3% grasas.
Las grosellas (en particular, las grosellas negras) son ricas en vitamina C, ácido málico, ácido cítrico, flavonoides, antocianinas, ácidos poliinsaturados y oligoelementos. Tienen propiedades antioxidantes e inmunoestimulantes, así como diuréticas y depurativas.
El zumo de grosella, en especial el de la variedad más oscura, tiene un efecto astringente y se usa para desinflamar el intestino en caso de trastornos y desequilibrios. La medicina natural aconseja la grosella negra para prevenir las molestas cistitis estivales y para combatir la fragilidad de los capilares.
Las grosellas en la cocina: de las ensaladas a la mermelada
Dado que las grosellas maduran en verano, este es el mejor momento tanto para consumirlas frescas como para dedicarse a su conservación, transformándolas en óptimas mermeladas y jarabes que nos permitirán disfrutar de su exquisito sabor todo el año.
Frescas, las grosellas son perfectas para dar un toque acidulado a una ensalada de verano a base de hojas verdes, picatostes, hinojo y piñones, o bien como guarnición de un plato de roast beef a la inglesa fileteado en finas lonchas. ¿Quieres algo diferente? Pruébalas en el risotto al taleggio, añadiéndolas durante la fase final de mantecatura. Darán color y frescura al plato.
Si te apasionan los postres, las grosellas son el ingrediente ideal para completar una macedonia o para decorar el cheesecake, las tortitas o los gofres. Las cookies más tentadoras para desayunar o merendar son sin duda las que unen la pasta flora a chocolate blanco y grosellas (se pueden usar deshidratadas). Los muffins de grosellas son otra receta imprescindible si te encantan estas frutas del bosque.
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La mermelada de grosella y uva espina
Si quieres conservar las grosellas, te proponemos una idea sencilla y golosa: una mermelada que conjuga el sabor acídulo de las grosellas y el de la uva espina. Esta mermelada, perfecta para el desayuno o la merienda, se prepara mezclando la uva espina aplastada con una mano de mortero y el zumo de grosella (que puedes exprimir con un extractor doméstico).
Se introduce el compuesto en una cazuela y se lleva a ebullición, añadiendo el azúcar gelificante. Se cuece a fuego alto durante dos o tres minutos, sin dejar de remover. Una vez que la mermelada esté lista, se pasa a unos tarros esterilizados, prestando atención a que se haga el vacío.
Una bebida fresca y colorida, perfecta para el verano
El uso de las grosellas va más allá del plato. Con esta deliciosa fruta se pueden hacer también bebidas divertidas, ideales para las fiestas de verano. Hoy te presentamos un ponche a base de ruibarbo, grosella, manzana y champagne. Para prepararlo, se empieza con cortar el ruibarbo en tiras finas usando un pelador de verduras.
A continuación, se mezcla zumo de manzana, agua, champagne, zumo de ruibarbo y zumo de grosella en una ponchera; luego se añaden las bayas de grosella enteras y las virutas de ruibarbo. Se endulza con un poco de sirope de agave, se decora con romero y se sirve con mucho hielo.