En el mundo de los tubérculos, las patatas y los boniatos o batatas son alimentos básicos imprescindibles. Hoy vamos a profundizar en su historia y características.
Orígenes de la patata
La humilde patata fue la primera hortaliza cultivada en lo que hoy es el sur de Perú y el extremo noroeste de Bolivia, en un periodo comprendido entre el 8000 y el 5000 a.C. Las pruebas arqueológicas confirman la presencia de tubérculos de patata desde el 2500 a.C. en un yacimiento costero del centro de Perú. La patata se introdujo en Europa a finales del siglo XVI en dos oleadas distintas: la primera llegó a España hacia 1570 y la segunda, a través de las Islas Británicas, entre 1588 y 1593. En Francia, a finales del siglo XVI, la patata llegó al Franco Condado, los Vosgos de Lorena y Alsacia. A finales del siglo XVII, la patata se había convertido en un cultivo importante en Irlanda y, a finales del siglo XVIII, había adquirido importancia en toda Europa continental. La popularidad de la patata siguió creciendo durante las cuatro primeras décadas del siglo XIX.
Orígenes del boniato
Los primeros registros del cultivo del boniato se remontan al año 750 a.C. en Perú, aunque los hallazgos arqueológicos sugieren que podría haberse iniciado entre el 2500 y el 1850 a.C. Cuando Cristóbal Colón llegó al Nuevo Mundo a finales del siglo XV, la batata ya era un alimento bien establecido en Sudamérica y Centroamérica. A su regreso a España, Colón introdujo el boniato en Europa, donde inicialmente se le llamó "patata", confundiéndolo con la patata blanca. No fue hasta después de la década de 1740 cuando los colonos americanos empezaron a utilizar el término "batata" para distinguirla de la patata blanca irlandesa. En 1597, el inglés John Gerard escribió sobre la batata en su libro Herball or Generall Historie of Plantes (“Herbolario o historia general de las plantas”), describiendo cómo se preparaba y dando a conocer sus supuestos beneficios, como sus propiedades afrodisíacas. En el siglo XVII, la patata se convirtió en un cultivo importante en Irlanda y, a finales del XVIII, se cultivaba en toda Europa continental. La popularidad del boniato no dejó de crecer en el siglo XIX.
Valores nutricionales
Una ración de 100 gramos de cada tipo de patata contiene los siguientes valores nutricionales:
- 125 calorías de la patata frente a las 108 del boniato.
- 1,9 g de proteínas en una patata frente a 1,3 g en un boniato.
- 4,2 g de grasa en ambos.
- 20,4 g de carbohidratos en una patata frente a 16,8 g en un boniato.
- 1,4 g de fibra en una patata frente a 2,4 g en un boniato.
- 1,6 g de azúcar en una patata frente a 5,5 g en un boniato.
- 372 mg de potasio en una patata frente a 219 mg en un boniato.
- 12,1 mg de vitamina C en ambos.
¿Cuál de los dos es más saludable?
Tanto las patatas como los boniatos se consideran alimentos sanos y nutritivos. Sin embargo, estos últimos tienen una ligera ventaja. La razón principal radica en su mayor contenido en betacaroteno y vitamina A. El brillante tono anaranjado de las batatas se debe a la presencia de betacaroteno, un antioxidante que protege las células del organismo de daños y enfermedades. Nuestro cuerpo convierte eficazmente el betacaroteno en vitamina A, por lo que las batatas son una opción ligeramente mejor.
Cómo cocinarlos
Dominar el arte de cocinar las patatas es una habilidad muy apreciada. Tanto si optas por los gadgets modernos y usas una freidora de aire como si apuestas por un plato sencillo y clásico, como las patatas asadas, un reconfortante guiso de patatas o patatas Hasselback al estilo sueco, las patatas son la base de multitud de platos fantásticos. Elije entre estas recetas de ensalada de patatas o, si te apetece un capricho, estas cremosas patatas gratinadas. Cocerlas al punto es una técnica fundamental para innumerables recetas. El puré de patatas es una guarnición muy suave, mientras que asadas al horno su exterior resulta crujiente y dorado. Sea cual sea el método elegido, las patatas siguen siendo un lienzo versátil para la creatividad culinaria.
Los boniatos pueden cocinarse de múltiples formas. Se pueden hornear, asar, freír, cocer al vapor o hervir, y son estupendos en purés y papillas. En puré, son un valioso relleno vegetariano para platos como quesadillas y falafel. Pueden formar parte de una exquisita ensalada, y su dulzor natural los convierte en un complemento espléndido en recetas de repostería como la tarta de zanahoria o los brownies. En Estados Unidos, se suele realzar aún más su dulzor asándolos con sirope de arce o utilizándolos en recetas de tartas, como la de calabaza, en la mesa del día de Acción de Gracias.
Conservación
Las patatas pueden conservarse sin lavar durante semanas o incluso meses en un ambiente fresco, húmedo y oscuro. Guárdalas en una bolsa de papel o en un recipiente de cartón mejor que en una bolsa de plástico. No las metas en la nevera, porque podría elevar los niveles de acrilamida en las patatas.
Los boniatos crudos, firmes y sin manchas se pueden conservarse en un lugar fresco, bien ventilado y oscuro, lejos de cualquier fuente de calor, durante dos semanas más o menos. Ponlos en un cuenco sobre la encimera si piensas consumirlos en uno o dos días. Los boniatos se conservan hasta tres meses en el frigorífico.