Desde un bufé en la sala de juntas a una tensa cena familiar, pasando por un símbolo de estatus o un insulto desagradable, la comida es a menudo la protagonista de las series de éxito de HBO. Hemos seleccionado nuestros momentos favoritos de esta exaltación de la maldad. Atención: contiene spoilers.
Los hermanos repugnantes comen hortelanos – S1, E6
La suerte del primo Greg cambia rápidamente en este episodio: en un momento está sorbiendo fideos con su abuelo en un mugriento local de ramen y elogiando el linguini de pollo cajún de California Pizza Kitchen, y al siguiente está probando su primer pájaro hortelano en un restaurante de lujo con su mentor Tom Wambsgans, con servilletas sobre la cabeza para "ocultar la vergüenza y aumentar el placer". No es que Greg disfrute con el controvertido plato: "Si como más pájaros cantores, voy a vomitar".
A su vez, esta escena revela las inseguridades de Tom: el hombre de clase media del Medio Oeste siente la necesidad de exhibir sus excéntricos gustos a través de lo que come y bebe (¿quién puede olvidar la frase? "Es el tipo de vino que separa a los entendidos de los imbéciles del Malbec de fin de semana"), muy lejos de los Roys de clase acomodada, que ya han dejado atrás esas poses culinarias y que rara vez revelan su humanidad comiendo.
Un auténtico banquete escandinavo – S4, E4
Los ejecutivos de WayStar RoyCo se enfrentan a sus homólogos de la start-up sueca GoJo. Los estadounidenses, con el jet lag, caen rendidos ante el "auténtico banquete escandinavo" que les han preparado y especulan febrilmente sobre cuál de sus nombres estará en la "lista negra" cuando el niño prodigio de la tecnología Lucas Madsen compre a los Roy. Sólo Tom, como una especie de Maquiavelo goloso, sabe que no debe comer en esta casa de pan de jengibre corporativa. "Emboscada", murmura. "Mordiste el anzuelo, te están engordando para la matanza". En efecto, el equipo de GoJo es más joven, está más en forma, es multilingüe y no dejan que los platos llenos de bollos de canela y salmón ahumado les estorben.
La crisis de la mantequilla y la tarta de los locos – S1, E4
Al principio, Connor parecía el hermano "bueno" (o, al menos, el menor de cuatro males), hasta que se derrumbó en el catering de una gala benéfica por culpa de un poco de mantequilla. ¿El problema? Estaba demasiado fría. Claro, tratar de untar mantequilla dura y fría en el pan es molesto, pero no justifica semejante arrebato: "¡Esta mantequilla es una m*erda! Maldita sea, hay panecillos rompiéndose mientras hablamos...!”
El día de su boda, Connor vuelve a tener un berrinche por culpa de la comida y se niega a que le sirvan la "tarta de los locos". Sin embargo, esta vez el contexto nos ayuda a entenderle: cuando enviaron a su madre a una institución mental, trataron de suavizar el momento para el joven Connor con una tarta de la Reina Victoria. Así es el mundo de Succession: incluso algo aparentemente inocente y festivo como una tarta nupcial tiene un toque siniestro.
La dieta de la noche electoral de Tom – S4, E8
En la olla a presión de una redacción la noche de las elecciones, el jefe de ATN, Tom Wambsgans, teme que su delicada constitución pueda afectar, ejem, a la propia Constitución. Tras retirar una bandeja de sushi del súper, pide un menú a prueba de problemas gástricos a base de agua embotellada americana, chupitos de jengibre y espaguetis con aceite de oliva, además de un montón de expresos. "Si me da sueño y digo mal Colorado, puedo provocar inestabilidad, ¿no?", le dice a su bufón, Greg, con cierta arrogancia. "EE. UU. pierde credibilidad, China ve una oportunidad, invade Taiwán. Armas nucleares tácticas... ¡Hay un largo camino de vuelta a la buena vida si no me traes un café doble cuando lo necesito!".
El sushi se queda en el escritorio como una prueba incriminatoria culinaria. Más tarde, una pizca de wasabi acaba en el ojo del analista Darwin, seguido de un poco de agua mineral con toques cítricos para enjuagar el ojo. Las payasadas ofrecen un alivio muy necesario en un episodio sobre la política estadounidense que, por otra parte, pone los pelos de punta. Con la democracia en peligro, Greg sólo tiene que acatar una simple recomendación de los empleados: "¿Podrías dejar de echarle agua con limón o wasabi en los ojos?”
El pichón asado de Lady Caroline – S2, E7
Cuando los hermanos Roy, criados en Estados Unidos, visitan a su madre, una aristócrata británica, se produce un choque cultural culinario. Primero, los millonarios recorren perplejos una típica tienda de alimentación inglesa. “Esto es sólo para exposición, ¿no?”, pregunta Roman, inspeccionando una lata de melaza Lyle's. “¿No hay nada comestible?” Confunden un huevo escocés con "arancini gigantes" (lo siento, no suelen venderlos en Spar, Roma). Luego, en lugar del “chuletón de 48 onzas con patatas fritas a la trufa” al que están acostumbrados, mamá les sirve un pichón asado con “restos del disparo... y algo de plumas también”. A pesar del magnífico horno AGA que asoma al fondo, la cena les deja fríos.
Jabalí en el suelo – S2, E3
Imagínate: estás en un horrible retiro corporativo y tu jefe, en lugar de dejar que todo el mundo disfrute de su cena, inventa un sádico y degradante juego de mesa para eliminar al traidor del equipo. Logan dice que “no hay reglas” en “jabalí en el suelo”, pero básicamente consiste en que tus compañeros te lancen salchichas mientras te arrastras a cuatro patas gruñendo. Cabe suponer que todos los invitados se fueron a la cama con hambre.
Tom se prepara para el rancho de la cárcel – S3, E6
Ante la posibilidad de acabar en la cárcel por el escándalo de los cruceros, la mayor preocupación de Tom es, por supuesto, el catering de la prisión. Así que hace lo que haría cualquier delincuente de guante blanco que se precie: contrata a un "consultor de prisiones, Steven", consulta "los blogs de la prisión sobre el vino de prisión" (al parecer, se hace con ketchup y agua), y "entrena" su exquisito paladar para degustar comidas insípidas de color beige. Esto le lleva a una cafetería normal y corriente, donde picotea lentamente una tortilla pastosa. ¿Su veredicto? "Sabe como los labios de un camello". Si no dirigiera un canal de noticias conservador, Tom habría tenido una carrera estelar como crítico gastronómico.
Gracias por el pollo – S2, E10
Tom vuelve a comerse sus sentimientos, esta vez cogiendo un muslo de pollo de su suegro, dándole un mordisco y, aún más torpemente, devolviéndolo al plato. "Gracias por el pollo", dice en un tono monótono, con un brillo de locura en los ojos, lo que lleva a un Logan estupefacto a preguntarse: "¿Qué será lo próximo, meter su polla en mi ensalada de patatas?". Nunca nadie había comido carne de pollo de forma tan pasivo-agresiva.