La granada es una fruta que proviene de un árbol llamado granado, y que se caracteriza por sus hojas de color verde amarillente. Se trata de una fruta que tiene forma acampanada y que puede alcanzar un tamaño de entre cinco y doce centímetros.
Lo que se consume de la granada está en su interior, y se trata de unas semillas o granos, de color rojo, muy dulces y carnosas. Es una fruta típica del mes de septiembre, ideal para incorporar en nuestra dieta ya que contiene grandes beneficios para la salud.
¿Cuál es su origen?
El origen de esta fruta se encuentra en el continente asiático, específicamente en las regiones que hoy abarca Irán y el norte de la India. Desde allí, se extendió por toda el área mediterránea, gracias a los comerciantes fenicios. Desde la antigüedad, la granada se cultivaba tanto en Asia, como en África, siendo una de las frutas que formaba parte de los jardines colgantes de Babilonia. Debido a la cantidad de semillas que contiene este fruto, se lo consideraba símbolo de fertilidad y fecundidad, y los egipcios lo utilizaban con fines medicinales y también para teñir cueros. Para la tradición judía, la forma de la granada inspiró el diseño de sus coronas, y es por ello que es uno de los consumos típicos en la festividad del año nuevo.
Los árabes fueron quienes introdujeron la granada en España, y desde allí se extendió a los países de Sudamérica, Sudáfrica y Australia. Hoy en día se trata de una fruta que se cultiva no sólo en esas zonas, sino también en lugares como Israel o California, aunque España sigue liderando el mercado exportador.
Beneficios de la granada para la salud
La granada es una fruta que no sólo tiene un riquísimo sabor dulce sino que también aporta muchos beneficios para nuestra salud. Por ejemplo, las semillas que contiene en su interior, y que son la parte comestible de esta fruta, poseen propiedades antioxidantes debido a los polifenoles que la conforman, las cuales se potencian cuando se las utiliza para preparar zumos. Además, la gran cantidad de vitamina C que una granada aporta hace de esta fruta una excelente aliada para combatir los resfríos.
Se ha demostrado también que el zumo de granada es muy bueno para prevenir el cáncer de próstata así como para proteger la memoria, y es por ello que se lo suele recomendar a pacientes que sufren de Alzheimer.
Como la granada ayuda a reducir la inflamación intestinal, su consumo es beneficioso también para las personas que tienen problemas digestivos o enfermedades intestinales. En general, se trata de una fruta que es muy buena como antiinflamatorio gracias a su alta concentración de antioxidantes, lo que la convierte también en un complemento perfecto para quienes tienen artritis o dificultades con los huesos, porque también reduce la inflamación de los cartílagos.
Consumir granada puede ser muy beneficioso para controlar la presión arterial y para proteger las arterias y el corazón, así como para quienes sufren de diabetes, ya que ayuda a disminuir la resistencia a la insulina y a reducir el azúcar en sangre.
Propiedades nutricionales de la granada
La granada contiene principalmente flavonoides y polifenoles, químicos que hacen de esta fruta un potente antioxidante. Posee también vitaminas A, B y C, así como potasio, magnesio, calcio, fósforo y hierro. Aporta por porción apenas 83 calorías, 18,7 gr. de carbohidratos y 1,17 gr. de lípidos.
Además de los beneficios antes mencionados, las propiedades nutricionales de la granada hacen que su consumo sea muy bueno para la piel así como para mantener una buena salud de los riñones.
Contraindicaciones y efectos secundarios de la granada
Si bien el consumo de granada es muy bueno para nuestro organismo, puede que para algunas personas existan efectos secundarios o contraindicaciones. Por ejemplo, quienes toman medicamentos para controlar la presión arterial deben cuidarse de consumir en exceso zumo de granada, ya que puede reducir el efecto de los mismos. Por otro lado, al contener altas dosis de alcaloides, la granada también puede producir mareos si no se controla su ingesta. Por eso siempre se recomienda consultar con el médico de cabecera.
¿De dónde proviene el sabor ácido de la granada?
Si bien la granada se caracteriza por su sabor dulce, tiene también un toque ácido, y eso se debe principalmente a los ácidos orgánicos que contiene, tales como el cítrico.
Variedades de granadas
Existen dos grandes grupos en los cuales se pueden dividir los tipos de granada: la más conocida, denominada Punica granatum, y la Punica protopunica, que se produce en Yemen del Sur.
A su vez, existen diferentes variedades de esta fruta, entre las que podemos nombrar la granada blanca, de tamaño mediano y piel lisa, o la granada conocida como Mollar de Elche, una de las variedades más cultivadas en España, cuyo color es de un rosado más claro. También conocemos la granada Valenciana, la Española o Pepe Shell, que son asimismo tipos de granada que se producen en la Península Ibérica. Se distinguen principalmente por su tamaño y por su color, siempre en las tonalidades entre amarillentas, rosadas y rojizas.
Uso en la cocina
La forma de consumir esta fruta y los usos que se le puede dar en la cocina van desde la preparación de zumos, la incorporación en ensaladas, o simplemente su ingesta como cualquier otro tipo de fruta. También puede utilizarse para preparar postres o mermeladas, e incluso sus granos se pueden mezclar directamente con algún yogur, ya sea neutro o saborizado. Aunque no muy conocido, un uso posible de la granada es de manera disecada, y de esta forma sirve como especia para condimentar platos y recetas.
La granadina es uno de los derivados más famosos de la granada, y se trata de un jarabe que suele incorporarse tanto en la repostería como en la coctelería, para preparar variados tragos.
Cómo conservar las granadas
Gracias a su piel dura, la granada es una de las frutas que puede conservarse por más tiempo y en buenas condiciones, incluso durante varias semanas, a pesar de que sus semillas interiores sean delicadas. Sin embargo, podemos tener en cuenta algunas recomendaciones para conservar la fruta en buen estado, tales como cuidar que la piel no tenga roturas o golpes, almacenarla en un espacio físico seco y protegida del sol, o en la nevera, si queréis guardarla por dos o tres meses.
Si en cambio preferís un almacenamiento prolongado, también se puede congelar la granada. Para ello, hay que en primer lugar desgranarla para extraer sus semillas, luego lavarlas y secarlas bien, y por último guardarlas en bolsas aptas y transparentes.