Entras en un restaurante y, antes de pasar por el vestíbulo para llegar a la mesa, una cámara escanea tu cara y tu cuerpo y transmite todos tus datos etnográficos a una base de datos. El maître te da la bienvenida y, antes de empezar a comer, te pide que rellenes un formulario sensorial con 30 preguntas que generarán los platos que vas a comer esa noche. No hay menú: los algoritmos (y los sensores de la cámara) le dirán al chef en la cocina lo que te apetece comer esa noche.
Antes del primer plato, el maître trae unas gafas de realidad virtual que te permiten observar obras de arte expuestas en las paredes que antes no podías ver: son NFT de destacados artistas digitales que sólo existen virtualmente. Cuando miras al otro lado de la mesa, tu compañero de cena (que físicamente se quedó en casa en Hong Kong) te sonríe, bebiendo el mismo cóctel que ahora tienes en la mano. Charláis durante unos minutos hasta que el camarero anuncia que ha llegado el primer plato. Por fin podéis empezar a comer.
Aunque parece una escena de ciencia ficción, un restaurante así podría estar pronto en funcionamiento. La tecnología ya está disponible y se popularizará en los próximos años. Parece que hay pocas dudas de que la digitalización transformará el panorama gastronómico tal y como lo conocemos, al igual que la pandemia ha acelerado nuevas formas de interactuar digitalmente con la comida (ya sea por el distanciamiento social o por falta de confianza en la interacción física). Mientras lees estas palabras se está construyendo un nuevo universo digital: para ser más precisos, todo un metaverso.
Aún es difícil entender qué es realmente el metaverso y si la restauración digital será algún día una realidad. ¿Cómo será la comida en un mundo virtual y qué implica para los restaurantes? Ahora mismo nadie lo sabe realmente. Pero el interés por el metaverso no deja indiferente a ningún sector: incluso las marcas de alimentación intentan beneficiarse inventando una realidad virtual para interactuar con su público, como ha escrito el autor Jamie Shackleton en un reciente informe de la empresa de consultoría y tecnología Wunderman Thompson.
"Las marcas de alimentación más avanzadas se apresuran a presentar marcas de productos y servicios virtuales, mostrando su intención de hacerse un hueco en el metaverso", afirma, citando varios casos, desde Burger King y la cadena francesa de hipermercados Carrefour, pasando por Panera Bread (que presentó una solicitud de marca de "Paneraverso") hasta Chipotle. Este último se asoció con la plataforma de juegos Roblox para que los clientes pudieran enrollar burritos por diversión en el metaverso, y así ganar créditos para utilizarlos en las plataformas digitales de Chipotle.
En cuanto a los restaurantes, los proyectos van desde la promoción de nuevas experiencias digitales en la mesa, hasta grupos de fumadores que se reúnen para interactuar (y fumar) virtualmente después de cenar. En OneRare, anunciado como el primer metaverso gastronómico del mundo, se puede visitar un restaurante virtual con el menú de un chef famoso, en el que el plato estrella puede ser pollo a la mantequilla o cacio e pepe.
En resumen, el metaverso es un entorno virtual inmersivo, colectivo e hiperrealista que supone un paso adelante en la interacción social. En lo digital, hay nuevas formas de agudizar los sentidos y consumir contenidos. Es una forma de utilizar Internet mediante la realidad virtual, donde las personas pueden comunicarse a través de avatares personalizados.
"Sin embargo, cabe recordar que todo está por hacer; aún no sabemos a dónde nos puede llevar", dice José Peláez, coordinador de transformación digital de BCC Innovation, del Basque Culinary Center, en España. "Apostamos el metaverso al igual que en su día apostamos las redes sociales. Había mucha especulación, posibilidades de interacción entre personas, y después las empresas empezaron a crear perfiles. Ahora somos más conscientes de sus funciones, aunque las novedades no estén del todo desarrolladas".
Peláez está detrás del equipo que organizó una de las primeras cenas que se celebraron en el metaverso el 18 de julio. En colaboración con LABe Restaurant, el proyecto Crypto Pintxos pretende conectar los mundos de la gastronomía y el blockchain mediante la puesta en escena de una experiencia gastronómica digital, en la que se seleccionaron cinco NFT que varios chefs de carne y hueso transformaron en platos del mundo real para cocinarlos y consumirlos durante la cena. "Queríamos probar cómo construir y experimentar la interacción entre las personas y la comida cuando buena parte de nuestra vida se desarrolla en un entorno digital. Queremos saber cómo estimular el sentido de la vista, del olfato y nuevas formas sensoriales, pero de manera virtual", explica Peláez.
En el futuro, según los expertos, el metaverso nos transportará a un mundo totalmente digital, y podremos utilizarlo para quedar con los amigos, ir a un concierto, hacer la compra y, por supuesto, cenar, aunque no se pueda comer físicamente online (¡por ahora!).
Desde experimentar un restaurante desde la comodidad de tu propia casa, y conectar con otros en una mesa de realidad virtual, hasta visitar un mercado agrícola digital y tener la oportunidad de hacer donaciones a una nevera comunitaria virtual (que corresponde a una nevera real situada en Indonesia), las tecnologías que sustentan el metaverso están empezando a dar forma a un nuevo camino para el mundo de la gastronomía.