Patatas bravas

Comenzar pelando el kilo de patatas para luego trocearlas en cubos. Mientras se pelan las patatas, se puede ir calentando el aceite para freír. Se debe colocar abundante aceite en un sartén, y dependiendo de su tamaño, puede variar la cantidad de aceite necesaria.

Una vez el aceite está bien caliente, añadir las patatas en varias tandas durante unos minutos hasta que estén bien doradas. Aquellas patatas que ya estén doradas se deben ir retirando para añadir nuevas, e ir colocándolas en un plato o recipiente con papel de cocina, para que absorba el aceite excedente.

Para preparar la famosa salsa brava que acompañará a las patatas se debe comenzar poniendo a calentar el caldo de carne en una olla. Por otro lado, poner 30 ml de aceite de oliva en otra olla o sartén. Una vez el aceite está caliente, se debe añadir el pimentón. Retirar la sartén del fuego para evitar que se queme y añadir el pimentón dulce, más el pimentón picante, en la cantidad que se desee. Remover bien todo para que los pimentones añadidos se mezclen e integren con el aceite. Al final, añadir una cucharada de harina y rápidamente mezclar bien con la ayuda de unas varillas o cuchara de madera para que se tueste, se integre y no forme grumos.

Sobre la preparación con los pimentones y harina, añadir el caldo que se estuvo calentando previamente. Incorporarlo poco a poco e ir removiendo continuamente. De esta forma, la salsa se irá aligerando y tomará una textura suave. Cuando la salsa tenga la textura deseada, que debe ser como la de un yogur líquido, se debe añadir sal y las dos cucharadas de vinagre. Remover bien y apartar del fuego.

Con las patatas y la salsa ya listas, solo queda picar un poco de perejil fresco para decorar por encima de las patatas. Colocar un poco de salsa por encima de las patatas y el resto reservar en un cuenco aparte para que cada uno se sirva con la cantidad de salsa deseada.

Trucos y consejos

Para lograr obtener unas patatas bravas perfectas, el secreto más importante es el de utilizar una variedad de patata apropiada para freír. Existen muchos tipos de patatas y con ellas tips sobre cómo cocerlas para obtener mejores resultados.

En el caso de las patatas bravas, lo ideal será utilizar una variedad que sea harinosa y firme, como la patata russet, la red pontiac o la patata agria. Serán mejores aquellas que sean amarillas, ya que son más apropiadas para freír, mientras que las patatas de carne blanca son mejores para cocer.

Otro truco que se debe tener en cuenta, es el de cortar las patatas uniformemente, para lograr una fritura bien pareja. A su vez, será bueno que se corte en trozos un poco grandes, ya que será más fácil para dipear en la salsa.

Origen de las patatas bravas

Como suele suceder con los platillos y recetas más clásicas, el tiende a ser confuso, y en muchos casos completamente incierto. Surgen muchas versiones y al final del cuento se termina optando por la que más nos gusta. Con las patatas bravas sucede algo similar, aunque todos coinciden que se inventaron en la ciudad de Madrid. Algunas historias adjudican su invención a la Casa Pellico y otros a La Casona, ambos bares que en la actualidad ya no existen. Estos lugares tuvieron su época dorada en los años ’60, cuyo plato más popular y demandado por la clientela eran las patatas bravas, que también en algunos sitios se las llamaba “patatas a lo pobre”. En el año 1967, el periodista Luis Carandell publicó en ‘Vivir en Madrid’ que “… las patatas bravas, que en algunos sitios se llaman ‘patatas a lo pobre’, son patatas fritas con salsa picante, como uno se imagina que los pobres comerían patatas, es decir, untando pan en la salsa”. Más allá de esta versión, muchos expertos también aseguran que la receta es aún más antigua, sosteniendo que las clases populares ya la consumían durante el siglo XIX. Sin embargo, no hay registro de que el término de “bravas” se haya usado antes, hasta la apertura de los dos bares madrileños.