La calabaza es una de las verduras protagonistas de la temporada de octubre. Se trata de una hortaliza que proviene de México, ya que es un cultivo prehispánico, como los tomates o las patatas, que data de hace más de 7500 años. Las calabazas originales tenían un tamaño más pequeño, y eran más duras y amargas que las que conocemos hoy en día. Pero aquí os vamos a contar un poco más acerca de esta riquísima verdura, para que la aproveches al máximo durante los próximos meses.
Origen y domesticación de la calabaza
Como os contábamos, la calabaza es una de las verduras que forma parte de los cultivos prehispánicos, y es originaria de México. Fue una de las primeras plantas cultivadas en la región de Mesoamérica, y por aquel entonces era muy valorada, especialmente por sus semillas, ya que se consideraban una fuente importante de proteínas. Fue la conquista española la que llevó a esta hortaliza al continente europeo, y desde allí se extendió a todo el mundo. A medida que se fue extendiendo su producción, la calabaza también se fue domesticando y adaptando al consumo humano, ya que su sabor original era más bien amargo y su textura un poco más dura.
La calabaza forma parte de la familia de las Cucurbitáceas, que se caracterizan por tener una pulpa bastante carnosa, y por la cantidad de semillas que poseen, que además son comestibles.
Al ser octubre el mes por excelencia para su cultivo, la calabaza es también uno de los símbolos del Día de los Muertos en México, una de las festividades más populares para esa cultura.
Calabaza: propiedades, beneficios
Las propiedades que trae consigo la calabaza son ideales para estos primeros días de frío que comienzan con la llegada del otoño. Principalmente, aporta vitaminas y minerales, tales como betacaroteno, vitaminas B, C y E, licopeno, potasio, fósforo y magnesio. Además, sus semillas, que como ya dijimos son también comestibles, son una importante fuente de zinc, algo poco habitual en los vegetales, pero muy beneficioso para mantener el sistema inmunitario fuerte, así como el cardiovascular y el nervioso, saludables.
Por todos estos componentes, la calabaza es una aliada perfecta para consumir durante el embarazo y la lactancia, ya que es muy buena para el cuidado de los huesos y de la piel. Es una excelente opción también para protegernos de cálculos renales, así como para cuidar nuestro sistema digestivo de gastritis, úlceras y posibles estreñimientos. Por otro lado, es muy recomendable consumir calabaza durante los meses fríos del año, ya que colabora con la prevención de gripes, resfriados y faringitis o bronquitis. Para aquellas personas que suelen tener dificultades para conciliar el sueño se recomienda el consumo regular de esta hortaliza, ya que ayuda a controlar la ansiedad o el estrés.
Valor nutricional de la calabaza
El valor nutricional por cada 100 g de calabaza es el siguiente:
Calorías: 26
Ácidos grasos omega 3: 3 mg
Ácidos grasos omega 6: 2 mg
Fibra: 0,5 g
Vitamina A: 7386 IU
Vitamina C: 9 mg
Folatos: 16 mcg
Calcio: 21 mg
Hierro: 0,8 mg
Fósforo: 44 mg
Potasio: 340 mg
¿A qué sabe la calabaza?
El sabor de la calabaza, tal como la conocemos hoy en día, es inconfundiblemente dulce. En el pasado, era una hortaliza con un sabor un tanto más amargo, pero a medida que se la fue domesticando, las variedades comenzaron a adquirir el sabor inconfundible por el que hoy se conoce a la calabaza.
Se puede decir también que tiene un toque de sabor similar al de la nuez, incluso hasta parecido al del caramelo. Hay formas de cocinar la calabaza que también pueden potenciar su sabor, como por ejemplo cuando se la cocina en el horno el dulce se concentra más, y nos puede remontar a cómo saben las batatas o las zanahorias, otras verduras que se caracterizan por ser dulces. Si os tienta la idea de aprovechar el sabor dulce de la calabaza, no os perdáis estas recetas de postres con calabaza y esta deliciosa receta de bizcocho de calabaza.
Tipos y variedades de calabaza
La calabaza es uno de los vegetales con más variantes, ya que se adapta muy fácilmente a diferentes climas y tierras, y por lo tanto se la cultiva en diferentes partes del mundo.
Los tipos de calabazas se distinguen entre sí principalmente por su tamaño y su color, pero también se pueden diferenciar por el grueso de su cáscara o por la textura de su pulpa. Por ejemplo, aquellas más fibrosas en general no suelen ser comestibles, y en cambio se las utiliza para producir instrumentos musicales, especialmente si su cáscara también es muy dura, o para productos de cuidado de la piel.
A continuación, os presentamos una lista de los principales tipos y variedades de calabaza.
- Calabaza de Castilla
- Calabaza Chayote
- Calabaza Japonesa o Kabocha
- Calabaza Delicata
- Calabaza Amarilla
- Calabaza Pattypan
- Calabaza Yucateca
- Calabaza Melón
- Calabaza Pipiana
- Calabaza Negra
- Calabaza Bellota
- Calabaza Sehualca
- Calabaza Silvestre
Recetas de calabaza: muchas ideas para probar
La calabaza es un alimento muy versátil, que puede incluirse en muchos platos, y por eso es el ingrediente común de recetas que ya os hemos presentado, como por ejemplo, unos riquísimos ñoquis de remolacha acompañados por crema de calabaza, ideal para una noche fresca o invernal. También podéis preparar ñoquis de calabaza, cuyo modo de hacerlos es muy similar a los de remolacha o incluso a los ñoquis tradicionales. El secreto de esta preparación es cocinar la calabaza al horno, para que tome ese sabor dulce intenso característico de esta hortaliza.
Utilizando la calabaza también se pueden cocinar unos sabrosos risottos, tales como un risotto de calabaza y azafrán, u otra variedad también muy rica, pero con sake, el conocido picante japonés. Y si preferís innovar y preparar platos aún más sofisticados, podéis probar cocinando quinoa con calabaza y naranja, o una saltimbocca con naranja, calabaza y queso grana, una receta típica italiana. Además, la calabaza se puede usar para preparar guarniciones, como este delicioso puré de calabaza.
Consejos para conservar la calabaza en perfecto estado
Para conservar la calabaza por más tiempo y en perfecto estado, vale la pena conocer algunos métodos que os ayudarán a que no se eche a perder tan rápido.
Cuando aún no hemos cocinado la calabaza, la mejor manera de que se conserve es protegerla de la luz directa y almacenarla a una temperatura más bien fresca, aunque no se recomienda que esté en la nevera, sino alacenas o alguna despensa. Si no tenemos más opción que utilizar la nevera, se puede envolver la verdura en un film para protegerla del frío directo.
La calabaza cruda también se puede congelar, y de hecho esta es una de las mejores opciones para conservarla por aún más tiempo. Se recomienda pelar la calabaza y cortarla en trozos antes de guardarla en el freezer, para que sea más fácil su uso al descongelarla. También es aconsejable limpiar las semillas y utilizar bolsas aptas para congelación.
Otra opción es recurrir a la técnica de envasado al vacío, si por supuesto podéis acceder a la máquina adecuada. Si esta es una alternativa posible para vosotros, os recomendamos también lavar bien y cortar en trozos la calabaza antes de envasarla, teniendo en cuenta que una vez que abráis la bolsa hay que utilizar todo su contenido.
Por último, también existe la posibilidad de congelar la calabaza cocida, si con ella habéis preparado alguna crema o puré, utilizando algún recipiente apto para congelación. Si cuando descongelamos el puré o crema, la textura se ve un poco diferente se puede volver a triturar, e incluso se puede agregar, por ejemplo, una patata cocida o alimento similar, y mezclar bien para recuperar la cremosidad.