Han sido más de 80.000 comidas distribuidas entre quienes padecen hambre desde el inicio de la pandemia. Un número que ha sorprendido incluso a los creadores del proyecto Quebrada Alimentada, el chef y dueño del restaurante Mocotó (en São Paulo), Rodrigo Oliveira, y su esposa, la historiadora y activista por la buena comida, Adriana Salay.
Cuando todos los servicios y negocios en Brasil - ¡y en el mundo! - fueron obligados a cerrar las puertas, la pareja pensó que tenían que hacer algo para ayudar a las muchas familias brasileñas que con la difícil situación iban a perder sus sueldos. Como era imposible atender a todos, decidieron enfocarse en Vila Medeiros, el barrio donde está localizado el restaurante (uno de los más populares del panorama gastronómico paulista).
Para realizar la tarea, Oliveira y Salay fundaron y autofinanciaron la organización sin ánimo de beneficio Quebrada Alimentada, convirtiendo Mocotó en un centro de distribución de alimentos para los que necesitaban comer. A través de esta iniciativa y con el apoyo de la comunidad y de muchos chefs, proporcionaron más de 100 comidas diarias y 400 cestas de alimentos por mes a personas vulnerables, familias y hasta a la red de agricultores locales monocultivo con los que trabajan, y que también vivían una situación crítica.
El proyecto, que empezó discretamente, ganó proyección con la vitalización de una foto sobre la donación de cestas que tuvo lugar en el restaurante. Ante esto, la pareja pensó que era hora de divulgarlo, incluso con el objetivo de obtener más ayuda. “Muchos chefs y gente de la hostelería que tenían existencias paradas en los restaurantes se ofrecieron a ayudar. Fue muy bonito ver toda esta ayuda, hicimos alianzas, tuvimos la contribución de muchos de nuestros proveedores”, dice Salay.
Por el impacto de la acción, los dos han sido nombrados ganadores del premio The Macallan Icon Award como parte de Latin America’s 50 Best Restaurants 2021: Pasado y Futuro. El galardón reconoce a personas cuyo trabajo está produciendo un cambio permanente en la industria y la sociedad. El premio será otorgado el 22 de noviembre en una ceremonia de premios virtual, en una edición especial de la lista de los 50 Best, que revelará una serie de eventos al vivo y en directo en ciudades de todo el continente latino-americano.
Mocotó es un restaurante ubicado en la Zona Norte de São Paulo, en los suburbios donde vive la clase trabajadora de la ciudad. Inaugurado por el padre de Oliveira en el año 1973, como un pequeño mercado, el restaurante, con Rodrigo tomando las riendas en 2002, se convirtió gradualmente en la institución gastronómica brasileña que es a día de hoy. Desde su humilde origen, el chef ha liderado la aparición de Mocotó en las ocho ediciones de Latin America's 50 Best Restaurants, contando la historia de su familia a través de ingredientes sencillos y recetas brasileñas tradicionales.
Fine Dining Lovers habló con la pareja sobre el premio, el significado del reconocimiento al proyecto Quebrada Alimentada y el papel social de los restaurantes en la actualidad. Abajo, sigue la entrevista.
¿Cuál ha sido el significado del premio para el proyecto Quebrada Alimentada?
Adriana Salay: No lo esperábamos. Nuestro proyecto es muy local, trabajamos enfocados en nuestra comunidad, que es la Zona Norte de São Paulo. Hay proyectos mucho más grandes en este sentido. Rodrigo suele decir que ni siquiera teníamos un proyecto, que era antes una “acción”. Yo llamo a Quebrada Alimentada una “reacción”, o sea, una reacción sin mucha planificación a una crisis, pero solo porque sentimos que teníamos que hacer algo. Empezamos y nunca imaginamos que esta historia ganaría tanta repercusión y tanta visibilidad. Por un lado, estamos muy contentos por el premio y todo el reconocimiento, pero por el otro, estamos tristes porque vivimos en un país que necesita proyectos como este para que la gente pueda comer.
¿Qué representa realmente este galardón para la realidad de Brasil de hoy?
Rodrigo Oliveira: Es una prueba de que nuestra acción tiene cierta efectividad, pero tenemos la sensación de que no estamos solucionando el problema y, de hecho, no lo estamos. Somos conscientes de que es un problema mucho mayor, hablamos de hambre. Entonces sentimos la necesidad de hacer algo real, porque no podemos pedirle a la gente que tiene hambre que espere. El hambre es una urgencia. Creo que la reacción de todos debería ser la de luchar para que quien esté a su lado nunca se quede sin comer. En Brasil, geográficamente estamos muy cerca del hambre, ni siquiera tardamos 10 minutos en coche para encontrar las comunidades que sufren hambre, un problema que afecta a todo nuestro país. Creo que el mayor significado del premio es visibilizar que una acción muy local puede tener una repercusión universal, que lo que hacemos aquí puede tener un impacto mucho mayor del que imaginamos.
¿Cómo ven el reconocimiento del sector al proyecto en un momento tan difícil como el que vivimos actualmente?
Adriana: Fue muy bonito. Al principio se suponía que la acción era muy pequeña, ni siquiera queríamos divulgar demasiado, ya que teníamos un poco de miedo de no poder ayudar a todos los que lo necesitaban. Pero una persona hizo una foto y la acción se hizo viral y la noticia se difundió, así que decidimos correr la voz. Fue increíble porque tuvimos mucho, mucho apoyo, muchos chefs y gente de la hostelería que tenía existencias en los restaurantes se ofreció a ayudar. Fue muy hermoso ver todo esto, hicimos asociaciones, tuvimos la contribución de muchos de nuestros proveedores. Los proyectos sociales, en general, se forman a partir de redes, no de individuos. Si no fuera por esta red, hubiera sido imposible hacer lo que estamos haciendo hoy.
¿Y cómo crees que la pandemia vá a cambiar la relación de los restaurantes con su entorno?
Rodrigo: Más allá de la inmediatez, creo que nos recuerda el rol social que tiene el restaurante, que a mi modo de ver, es el de tejer relaciones, unir a las personas, esa es la naturaleza de lo que hacemos, pensar de una manera más alargada. De manera que se trata de una relación de las personas, entre naturaleza y cultura, campo y ciudad. El restaurante es un lugar de encuentro y, como su nombre lo dice, es un lugar para restaurar: personas, comunidades, y lo hace a través de la celebración que se vive alrededor de la mesa. Creo que la pandemia nos recuerda esto, la importancia de las reuniones cara a cara que los medios virtuales no pueden reemplazar.