En Cartagena el sol es arrebatado. Te golpea irreverente y no pide disculpas. Los colores son generosos y vibrantes, las iglesias guardan historias de amores insoportables y rebeliones feministas. Las puertas de las casas cuentan hazañas de huídas intenpestivas y sus murallas cuidan tesoros que ni los piratas pudieron intercambiar para salvarse el alma.
Cartagena es circular para que la brisa de mar calme los mediodías de calor insoportable. Es bullanguera. Sonora y sin filtro. Tiene memorias africanas y redoble latino que se entrelazan en arroces con coco y sopas contundentes.
Sí, a pesar del sudor, hay sopas y caldos profundos. Miles de historias se esconden tras los ventanales de las calles estrechas, que atraviesan la fortaleza y se filtran hasta Getsemaní, barrio intenso y lleno de arte en calle y mesa. Así, cuentan los lugareños, que detrás de las aldabas de leones que adornan hoy los portones de madera de las casas solariegas, vivían militares o miembros de la iglesia: los reptiles anunciaban nobleza y sangre azul, y los peces y sirenas a comerciantes y marinos mercantes. El peso de las borlas indicaba poder o riqueza, mientras más pesadas, si la memoria no falla, más el poderío. Los colores ya son cosa del ritmo y del buen tiempo. Mientras más, mejor.
Restaurantes, bares y cafés
Celele
El nuevo menú degustación de Celele habla del terruño que inspira al chef Jaime Rodríguez, quien hizo de Cartagena su musa. Creativo, con sabores llenos de color, hay aprovechamiento de insumos de bosques secos que están en peligro, de un Caribe abundante, de un mar cercano y montes floridos. Jaime forma parte de una serie de proyectos (Montes de María y Granitos de Paz) que abarcan no solo cocina, sino también cadenas de valor, responsabilidad social y preocupación por el otro. Cada uno de sus pasos explica su recorrido. Con la vajilla habla de otras latitudes colombianas y amarra con sus colaboradores artesanos: en contramos frescuras, como la ensalada de flores caribeñas que lleva nuez de marañón y vinagreta de flor de bastón del emperador de maracuyá; langosta con mote de nuez de orejero; pota y mejillones en escabeche costeño; gallina criolla confitada; y postres de temporada muy bien equilibrados: chocolate de Sierra Nevada, flanes, sorbetes de coco y flor y crema quemada de piña. Todo se puede pedir en menú, para compartir o a la carta. El sorbete, con pomelo, nos desata recuerdos y nos da una nueva razón para siempre volver. Celele está en el puesto 16 de la lista 50 Best Latam 2023.
Celele
Calle del Espíritu Santo, Getsemaní, Cartagena
AniMare
También del chef de Alma, Heberto Eljach, AniMare (esta vez en el hotel boutique Casa Pestagua) es un espacio más enfocado en cocina de raíz y terruño. Acá el cocinero explora en un mundo creativo y lo conecta con la ancestralidad de la gastronomía de la costa del Pacífico y del Caribe colombiano. Sabores de mares y de una tierra rica en biodiversidad y complejidad mestiza. Hay cebiches de langosta y otros de coco, pescados y mariscos; arroces cremosos, cazuela de mariscos cartagenera, steak de berenjena (bastante usada en la región), fondue de poro y conchas (vieiras) y para el cierre tres leches de almojábanas y postres refrescados con frutas locales, como el cheesecake de lulo o la sopa de mandarinas y guayabas.
AniMare
Ciudad Amurallada, Calle de Santo Domingo No. 33 - 63, Cartagena
Rabo de pez
La versión de restaurante más personal del chef de Pascal, Alejandro Ramírez, Rabo de
Pez es una propuesta que se inclina por la sabrosura con innovación. En el menú se
explora la riqueza de la zona, con opciones que navegan entre el mar y la tierra.
Ramírez también trabaja con proyectos como el de Montes de María (asociación de
productores locales). Así se pueden encontrar empanadas de maíz de los Montes,
arepas de yuca, pulpo, sahimi de jurel, cordero lechal, chuletones de cerdo, arroces
con coco, postres como el eyucado y otros animados con frutas de temporada, como
las fesas, el pepino y el lulo. Vale la pena darse una vuelta.
Rabo de pez
Edificio Andian, Cl. 32 No. 5 - 09 Local 3, El Centro, Cartagena
Carmen y la parrilla del Diablo
Carmen es ya un reconocido en la ciudad y bastante frecuentado. No solo está la propuesta fresca de pescados y mariscos, los insumos locales y la inspiración que brinda el caribe colombiano, sino que además tiene al Diablo al lado, que surte de buena carne al restaurante creado por Carmen Ángel, con sede original en Medellín. El espacio es amplio y un espectáculo la casa renovada en el mismo centro histórico. Hay pulpos, cebiches, embutidos de mar, langosta y, entre otros, la parrilla del Diablo que extiende la propuesta incluyendo solomito madurado, entrañas, costillas y rib-eye.
Carmen
Calle 38 No. 8-19, Calle del Santísimo, Cartagena
Diablo
Calle 38 No. 8 - 19, Cartagena
Harry Sasson
Qué inolvidables son los desayunos colombianos de Harry Sasson. Allí en Cartagena se repite la historia de Bogotá, pero con producto más local y recuerdos de España. Sus generosas fuentes armadas con insumos bien seleccionados, el ambiente señorial y el trato amable arman el escenario para disfrutar de tostadas de patacón de guineo con cangrejo, palmitos gratinados, el mundo de fritos de la región, mejillones, arroces fritos y caldosos cebiches y buena carne. Para cerrar hay café de especialidad. Está dentro del hotel Charleston Santa Teresa.
Harry Sasson
a 31-81, Cartagena
Pascal
Pascal es ya reconocido en la ciudad. Solo abre desayunos, brunch y almuerzos (al menos así fue cuando fuimos) y se encuentra fuera de las murallas, en el barrio de Getsemaní. Este bistró de Alejandro Ramírez (también tiene Rabo de Pez en Cartagena, donde explora más su cocina personal) tiene desayunos y almuerzos que arrancan con pan de masa madre, croissants y chicharrón con cayeye, trozos crujientes de cerdo con puré de plátano verde con queso. Además el menú inlcuye empanadas fritas, morcillas, benedictinos para los más clásicos y platos de temporada, como las tostadas de hongos con straciatella y huevos. Para tener de fijo en la agenda.
Pascal
Cl. 30 No. 8b-108, Getsemaní, Cartagena
La cocina de Pepina
Según cuenta el chef Jaime Rodríguez, la copa Sí Sí Sí (escabeche de caracol, cebiche de corvina, cóctel de camarón, palta o aguacate y mayonesa de la casa con casabe, pan crujiente de harina de yuca) es una de sus favoritas en este restaurante que plantea una cocina de legado. Ese que forjó María Josefina Yancés y que hoy su sobrino, Chistian Sepúlveda, trata de mantener junto con el equipo original de cocineras tradicionales. Aquí la tradición es grande y el sabor festeja esa Colombia en la que creció Pepina: desde su tierra natal Montería, hasta Córdoba, Sucre y Bolívar. Los 20 años de investigaciones de doña María Josefina reflejan la diversida culinaria de su país y contienen historia y gozo. Porque lo que aquí se sirve es disfrute. Ya sea cuando les lleguen a la mesa camarones con palta (aguacate), pasteles mixtos de arroz, robalo asado, gallina monteriana, caldereta de camarones o la sopa Caribe, de pescado y zumo de coco. Para postre los enyuca´os, tortas de yuca con anís y queso rallado; o el dulce de coco.
La cocina de Pepina
Cl. 25 No. 9a-06 local 2, Getsemaní, Cartagena
El Barón
Tiene dos espacios, uno al aire libre que mira a la iglesaia y a las palenqueras que transitan por la ciudad, y uno interior más clasico. La arquitectura es bastante cuidada y hace de este bar uno de los más acogedores. Quiza no encuentren fiesta descontrolada, pero sí cócteles de buena calidad y espirituosos bien elegidos. Ojo a su café y al menú de habanos. Hay hora del brunch también. Para amantes de la mixología y de las buenas conversas.
El Barón
Carrera 4, Cl. San Pedro Claver No. 31-7, Cartagena
Sofitel Legend Santa Clara
Según los libros de historia, las monjas clarisas dueñas de este convento cartagenense que data de 1621, se enfrascaron en una batalla rabiosa contra los monjes franciscanos. El obispo las apoyaba y la mitad de la ciudad se dividió. Arrebatadas, incluso le jugaron triquiñuelas al mismo ejército, y al final una de las jovencitas se escapó con un soldado. Estas son algunas de las historias que se cuentan y que Santa Clara, patrona de las telecomunicaciones, guarda en cada pasillo. El convento duró hasta los miles ochocientos (1861), cuando expulsaron a las religiosas, y en 1995 comenzó la renovación del hotel. Cada patio, soleado o lluvioso, relata una nueva historia. Allí nos acomodamos a tomar desayuno, mientras suena un buen chubasco veraniego, entre radiantes palmeras. Es buen sitio para dormir y comer. Para el brunch copioso y cariñoso. Hay catas en una sala dedicada al ron y al chocolate.
Sofitel Legend Santa Clara
Calle Del Torno No. 39-29, San Diego, Cartagena
Café San Alberto
Café de especialidad y ya un emblema de Colombia entera. La historia de San Alberto comienza en su finca y en el cuidado trabajo de sus dueños, Juan Pablo y Gustavo Villota. Ellos fueron quienes posicionaron los granos en el mundo entero y elevaron la calidad del café de consumo más masivo (o amplio) en las casas colombianas. Tienen varios locales y el de Cartagena es de estética cuidada y se encuentra frente a la Plaza Santo Domingo. Acá también suelen celebrar catas participativas donde se muestra cómo acercarse al grano de la manera correcta. La experiencia no solo cuenta la historia de la marca, sino que acoge al visitante con aromas, sabores y hasta exfoliantes para el cuerpo deliciosos como para llevarse a casa. Nosotro lo hicimos y la pasamos bien.
Café San Alberto
Plaza Santo Domingo, Cra. 3 No. 35-18, Centro Historico, Cartagena
Alquímico
Cuando el confinamiento obligó al bar Alquímico a cerrar en 2020, la finca (Finlandia, Quindío) de Jean Trinh, creador del proyecto, fue el salvavidas para él y su equipo. Se fueron todos para allá y 22 miembros del personal con sus familias se dedicaron a cultivar, a la apicultura y a mejorar su calidad de vida. Obviamente esto se trasladaría a su coctelería cuando reabrieron. Una marca tan fuerte no se borra fácil y el ejercicio no solo impactó en su rutina diaria, sino también en sus creaciones. Alquímico se hizo así del premio al bar sostenible de 50 Best Bars en 2020 otorgado por la organización Food Made Good y se convirtió en un punto de referencia para toda la mixología colombiana. Buena música, clásicos y tragos de autor, pero también cocina que acompaña con una carta de casual diseñada por Jaime Rodríguez de Celele. Hoy es puesto 9 en la lista 50 Best Bars del mundo.
Alquímico
Cl. del Colegio No. 34-24, El Centro, Cartagena
Café Libertario
En Libertario hay un proyecto de apoyo a las comunidades con varias marcas de café para el consumo local y la exportación. Nos enfrascamos en su línea Paz, que busca ser el puente de entrada entre quien se toma un tintico y un café de especialidad. Luego pasamos a Libre, una mezcla de granos de Huila con un perfil superior al del tostado convencional; y Rock con monovariedades, por ejemplo un aterciopelado geisha con notas a maracuyá. Obvio, tienen métodos a disposición. Hay para desayunar y merendar tostones con palta o aguacate cremoso, waffles y más. Ya un referente en materia cafetera en toda Colombia.
Café Libertario
Cra. 10 No. 30-14, Getsemaní, Cartagena
Barra 7
Bar pequeño que queda en la misma cuadra de Alquímico y más en onda underground. Con buena música, coctelería clásica y contemporánea, que ademas organiza noches de funk, soul, disco o industrial. Tienen un Liquid Brunch los domingos. Como para empezar la noche o cerrar la fiesta.
Barra 7
Cra. 6 No. 32-90, El Centro, Cartagena
La laguna azul
Dicen que tiene algunos de los mejores cebiches de la ciudad. Este espacio pequeño y muy conocido por locales se encuentra en el Centro Comercial Getsemaní. Uno imperdible, el cebiche con aceite de ajonjolí. Otro recomendado el Cebiche Bomba, con pulpo, calamares, camarones y palta o aguacate.
La laguna azul
Local 1C-37, Centro Comercial Getsemaní, Media Luna 8B No. 8B-74, Getsemaní, Cartagena
Abaco Libros & Café
El lugar para la desconexión, que permite una pausa entre tanto ir y venir. Porque si bien Cartagena no es una ciudad grande, está llena de espacios memorables y la estimulación visual puede ser permanente. En Abaco se vive una experiencia encantadora: hojear su libro favorito (o descubrir nuevos preferidos) y beber café de tueste alto. Para los que se inclinan por este tipo de perfil. Hay buen ron para los aficionados.
Abaco libros & café
Cl. 36 No. 3-86, El Centro, Cartagena
Mercado de Bazurto
Un mercado también lo hace su gente. Esa comunidad que carga, vende, oferta, da para probar y cuenta historias. Ese personaje al que le dicen el boxeador, el que te cuenta que sajea o arroya el bocachico porque tiene muchas espinas (pero es delicioso), la señora que aún prepara el chocolate, el carnicero que limpia el corazón de una vaca y el barbero que posa cuando le pides una foto. También están los que esperan y miran, así como nosotros los observamos a ellos. Pacientes, mientras pasa una pequeña multitud de extraños asombrados por una guayaba ácida o un caldero que cuece un suculento caldo de pescado. Bazurto es un mercado revolucionario y crudo, donde lo que vez es lo que hay. Donde se come de vianderas que cargan tradición nutrida por herencia familiar e histórica. Pescado frito, arroz con coco, camarón y caldos suculentos se cuecen por tiempos infinitos hasta que llegan a la mesa sencilla para recalentar nuestros espíritus. Un dato: el salpicón de pescado, arroz con frijolito y plátano en tentación en el puesto de Danilsa Marimón, una de las cocineras más sabrosas del mercado. Y luego las frutas, las panelas, los aromas y los olores que compiten. El caos, la belleza de lo cotidiano. El Caribe entero. Es mejor ir con guía para no perderse en la ruta y evitar contratiempos.
Comida callejera
Desde el mango que pueden comprarle al frutero que pasó por la calle en la que caminaban a media tarde, hasta la arepa con queso derretido que se asa cuando cae el sol en parrillas de un parque. Más allá de bares y cafés, de restaurantes y hoteles, explorar la cocina de a pie del barrio Getsemaní es una experiencia sabrosa y recomendable. En Plaza La Trinidad hay diversos puestos de comidas: patacón con todo (plátano grande hecho tostada con carnes y queso derretidos), arepas rellena en el puesto Colombitalia, fritos como el kibé, arepa de huevo, buñuelos de frejol o carimañolas, hasta más internacionales hot dogs y un repertorio de dulces. Se activan a partir de las cinco de la tarde, pero Colombitalia atiende desde el medio día.
Bonus track: dónde nos quedamos
Sofitel Legend Santa Clara si quieren espaciosas habitaciones y ambientes más señoriales. Casa San Agustín para una experiencia boutique con el restaurante Alma del chef Heberto Eljach, más clásico y últimamente también más afinado. Y uno relativamente nuevo que está marcando el paso en la ciudad es Osh: además tiene buen brunch y un rooftop con piscina delicioso desde donde se ve caer el sol plenamente.