“Preparamos la misma comida, siempre concentrados en ingredientes indígenas peruanos, pero ahora en clave más informal, con precios más bajos. Aquí nos concentramos más en el producto que en la experiencia”, agrega Martinez. Mayo Comedor, como lo rebautizaron, también tiene más espacio para las mesas, para cumplir con los requisitos del distanciamiento social.
Bajo la nueva marca, sirven platos simples, familiares, como el pollo crujiente con patatas nativas, chaplas (pan andino con carne, pescado o vegetales) y carpaccio con jengibre peruano.
“Queremos servir platos del día, comidas deliciosas. Es un restaurante para los locales que vienen a Barranco”, explica, en referencia al barrio en el que se encuentran los restaurantes, todos en el mismo edificio, Casa Tupac.
Martinez dice que han empezado a abrir más temprano, a las 11 de la mañana, por lo que la gente también puede tomar un brunch, beber café y quedarse a almorzar. “Muchas personas de la ciudad no venían nunca a nuestros restaurantes. Es una oportunidad para recibirlos en nuestro hogar y que puedan ver nuestro trabajo de cerca”.
Tacos para todos
Fue la misma idea la que llevó al chef Jorge Vallejo, de Quintonil (clasificado número 24 en la lista The World's 50 Best Restaurants) en Ciudad de México, a invitar a algunos amigos a sus eventos de “Lunes de Tacos”, que se celebran en el restaurante durante el verano.
Imagen courtesy of Quintonil Restaurant
Vallejo estaba pensando en cómo podía adoptar una dinámica diferente en el restaurante para comensales locales. “Los tacos fue lo primero que se me ocurrió, porque son muy populares en México”, explica. “Por supuesto, no es lo mismo que ir a una taquería; queremos ofrecer algo con la marca Quintonil, es por eso que optamos por un menú de degustación a cuatro manos, con seis tacos y un postre”, dice.
El restaurante también ofrece combinaciones para demostrar que los tacos pueden tener un lado más gastronómico. “Hemos recibido a gente que nunca había estado en Quintonil. Es una oportunidad increíble para crear una relación con quienes viven en la ciudad, permitiéndoles conocer los lugares por los que vienen aquí los extranjeros”, agrega.
Ventana a la calle
El chef Vincent Farges, del restaurante con estrella Michelin Epur, de Lisboa, también sintió la necesidad de relacionarse con la ciudad de una manera diferente después de la cuarentena que mantuvo a los negocios cerrados durante casi cuatro meses.
Con muchos menos turistas en las calles, pensó que podía ser interesante abrir el restaurante más temprano para ofrecer una copa de vino, ostras, croquetas y torricados (un tipo de bruschetta portuguesa) a los lisboetas.
Imagen courtesy of Rafael Tonon
“La idea de ofrecer a la gente comida de paso con un buen vino me rondaba desde hacía tiempo. Las circunstancias me hicieron acelerar el proyecto”, comenta Farges, que literalmente abrió una ventana a la calle para poder servir a los transeúntes en la acera.
“El precio [desde 3,50 hasta 18 euros] es atractivo, pero creo que la gente suele sentirse intimidada por los restaurantes con estrella Michelin. Con este servicio de ventanilla, logramos desmentir la idea de que un restaurante de alta cocina es demasiado inaccesible”, comenta.
Farges recuerda a una pareja que fue a Epur para comer por ventanilla y regresó al día siguiente para pedir una mesa. “Esta pandemia nos hizo observar lo que tenemos más cerca”, concluye. Algo que muchos chefs parecen más que dispuestos a notar.