El chef Alex Atala dijo que la unión de los chefs era esencial. “Pudimos mostrar la potencia económica y de empleo de nuestro sector, lo que también demuestra la idea de que el chef actual debe guiar la cadena alimentaria. Logramos que esto resonara con fuerza en el Gobierno”.
En un momento difícil para los profesionales del sector, desde proveedores hasta restauradores, Atala cree que la alianza creará nuevos caminos para trabajar unidos hacia el futuro. “Muchos empleados y empleadores no sobrevivirán a esta crisis”, dijo. “La solidaridad será nuestro lema. Y la gastronomía mostrará, más que nunca, la fuerza de su comunión”.
Ante la imposibilidad de reunirse por las medidas de distanciamiento social, las redes sociales se han vuelto el escenario de muchas de las acciones del grupo, que ha compartido mensajes diarios en perfiles en redes sociales para aumentar su público y el apoyo a sus demandas.
El acto de solidaridad, sin dudas, funcionó. Los representantes gubernamentales aprobaron una medida provisional para destinar 36 000 millones de reales (6800 millones de euros) a garantizar la paga de trabajadores de restaurantes y bares durante al menos tres meses, una ayuda muy necesaria para un sector que recibió un duro revés cuando se establecieron las medidas de distanciamiento social y confinamiento.
El colectivo ahora está concentrado en los bancos y en hacer campaña para que se establezcan condiciones especiales para la industria de la restauración: tasas más bajas, períodos de pago prolongados y créditos de capital de operaciones. La Asociación Brasileña de Bares y Restaurantes (Abrasel) comentó que ha habido una reducción de hasta el 70 % en la facturación de restaurantes que siguen trabajando con modalidades de entrega a domicilio y comida para llevar. Las ayudas financieras del Gobierno y los bancos serán la única forma de evitar una ola masiva de despidos.
“Es indispensable para nosotros contar con la participación de chefs con tanta representación e influencia en la sociedad y los medios de comunicación para el beneficio de todo el sector. Pudimos alinear nuestros requerimientos y hacerlos llegar al Gobierno”, explicó Paulo Solmucci Junior, presidente de Abrasel.
Debido a que la mayoría de los restaurantes se encuentran en São Paulo y Río de Janeiro (las únicas dos ciudades de Brasil incluidas en la Guía Michelin), estas ciudades son las joyas culinarias del país. Al igual que Nueva York, Londres o París, São Paulo es una ciudad con una gran oferta de restaurantes diversos. Con todos estos negocios cerrados, el alma y la supervivencia de la ciudad están en peligro. Río, por su parte, es una ciudad en la que el turismo es esencial. Muchos de los restaurantes de alta cocina se mantienen abiertos solo gracias a los turistas.
Es el caso de Lasai, gestionado por el chef Rafa Costa e Silva, uno de los chefs que, junto a su restaurante, son los más respetados del país. “Empleamos a muchas personas y pagamos muchos impuestos. Cuando logramos presionar al Gobierno como clase organizada, vemos cuánto poder tenemos”, explicó.
Antes de que se anunciaran las medidas del Gobierno, Costa e Silva había creado una campaña de microfinanciación colectiva para recaudar fondos para pagarle a todo su equipo durante los primeros meses de cierre. En solo unos pocos días, el restaurante alcanzó su primer objetivo y ya casi ha llegado al final. La mayor parte se recaudó con donaciones de clientes y amigos, a quienes se ofrecieron recompensas que iban desde camisetas hasta cenas privadas.
Era imposible que Lasai siguiera abierto durante un confinamiento que ha cerrado por completo el país a los turistas. “Nuestro principal comensal es el turista. En los últimos días, el 93 % de los vuelos internacionales que llegan y salen de Río se cancelaron. La ciudad de repente no tiene más turistas”, dijo.
Costa e Silva está contento con la comunidad de chefs de su país y el modo en que se unieron; cree que Lasai seguirá cerrado durante al menos unos meses más, y que incluso después de que se haya controlado la pandemia, las personas y sus comportamientos serán diferentes.
“Es conmovedor ver cómo la solidaridad y la fuerza de la unión crecieron en estos momentos. Estamos pensando en crear nuevas campañas para ayudar a los proveedores a los que se les está haciendo difícil ganar dinero. Estoy feliz de tener clientes tan increíbles y de poder ser parte de las acciones que pueden reducir el impacto financiero que nos afectará a todos”.
Los chefs del país han usado esta crisis para crear una comunidad más cohesionada. Ha habido cambios rotundos en los negocios, la política y, quizás lo más importante, cambios de personalidad. Se ha conformado un colectivo, uno que está luchando para defender y proteger a la cultura gastronómica rica, diversa y genuinamente deliciosa de Brasil. Si lo único que emerge de todo esto es una industria más unida, Brasil seguramente saldrá fortalecido.